A estas alturas de la pandemia, ya podemos afirmar que la crisis del coronavirus tendrá un gran impacto en todo el ecosistema turístico. Actualmente, el sector genera el 10% del PIB de la UE, representa 27 millones de empleos directos e indirectos, y engloba casi 3 millones de empresas, la mayoría de ellas pequeñas.
La contribución del turismo al PIB y al empleo en España supone el 11,8% y el 13,5% respectivamente en 2018, la más elevada en el caso del PIB —y la segunda más elevada, tras Islandia, en el del empleo— de todos los países de la OCDE.
El ejecutivo comunitario está preparando un Plan de Recuperación a partir del presupuesto plurianual de la Unión Europea. Y el turismo debería ser uno de los principales sectores beneficiarios.
Pero el impacto real de la crisis es difícil de predecir ya que depende de la duración y de un eventual repunte.
Según explica Ana Lázaro en su artículo en Euronews, «El mejor escenario posible sería uno en el que los políticos relajaran el confinamiento, se aseguraran de que las personas en riesgo fueran aisladas, y se regresara a una normalidad real, no a una nueva normalidad. En el peor escenario posible, la situación actual continúa o las medidas se relajan parcialmente para luego tener que reintroducirlas porque hay un nuevo pico de coronavirus», teoriza Tom Jenkins, director de la Asociación Europea de Turismo.(ETOA)
Así pues, debemos prestar atención a los factores clave según el horizonte temporal:
A corto plazo, el turismo será doméstico o no será. La limitación en la movilidad geográfica no permitirá la llegada de turistas extranjeros.
A largo plazo, podría o debería pasarse del overtourism al turismo sostenible.
Son numerosas las voces que promulgan que es el momento de tratar de compatibilizar nuestro modelo turístico con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos en el marco de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Hay que poner a funcionar a pleno rendimiento la innovación y el conocimiento turístico acumulados. Ahora o nunca.
En este artículo publicado en The Conversation se detallan todos los datos en referencia al sector del turismo y las consecuencias que esta provocando este parón producido por el confinamiento y el estado de alarma.
En el caso de Barcelona, organizaciones como Barcelona Global están trabajando para que se replantee el modelo de ciudad que quiere ser y el modelo de turismo que más le conviene, potenciando la ciudad como destino cultural y de negocios, cosmopolita e innovadora, con un estilo de vida mediterráneo, atractiva para los extranjeros que priorizan el clima y que buscan poder disfrutar de una buena calidad de vida.
Os recomiendo este artículo de Miquel Molina, periodista de La Vanguardia que publica cada domingo su «Blues Urbano».
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